Precisión y profesionalismo: un rescate técnico que salvó dos vidas en Ushuaia

Una operación coordinada entre pilotos de helicóptero, rescatistas de montaña y protocolos de emergencia permitió extraer a dos esquiadores sepultados por una avalancha en menos de una hora, evitando hipotermia y complicaciones graves. La intervención aérea redujo horas de traslado a minutos.

El rescate de dos montañistas atrapados por una avalancha en Laguna Turquesa el pasado domingo no fue solo una hazaña de suerte, sino el resultado de una cadena de decisiones técnicas, equipamiento especializado y coordinación interdisciplinaria. Desde el sobrevuelo inicial del helicóptero de la empresa Heli Ushuaia hasta el paleo estratégico de los rescatistas, cada fase del operativo estuvo marcada por protocolos diseñados para maximizar la eficiencia en entornos hostiles.

La intervención comenzó con un llamado a la Comisión de Auxilio de Ushuaia alrededor de las 15:30, activando de inmediato el protocolo de respuesta rápida. Osvaldo Mella, socio fundador de Heli Ushuaia, detalló que, pese a no haber recibido una alerta formal, su equipo ya se preparaba ante cualquier eventualidad: “Abortamos las operaciones en Cerro Castor e iniciamos un vuelo de reconocimiento para georreferenciar la zona. En diez minutos, el helicóptero estaba en el aire». La aeronave, un Airbus H125, redujo un traslado terrestre estimado en cuatro horas a apenas siete minutos, un margen crítico para evitar hipotermia o asfixia.

En tierra, tres esquiadores ushuaienses, Facundo Ureta, Alfonso Lavado y Mateo Archilla, habían localizado a las víctimas tras avistar un guante negro en la nieve, a 500 metros de distancia. Lavado, experto en avalanchas, explicó el procedimiento: «Usamos técnicas de paleo en V para no colapsar el espacio de aire de las víctimas. Sin equipos ARVA, su supervivencia dependió de que mantuvieran la calma y crearan bolsillos respiratorios». Las víctimas, sepultadas a 1.2 metros de profundidad, fueron liberadas en 30 minutos.

La logística enfrentó dos desafíos mayores: la luz decreciente y la falta de infraestructura. Heli Ushuaia desplegó un segundo helicóptero equipado con camilla como respaldo, mientras la Comisión de Auxilio coordinaba la evacuación al antiguo aeropuerto, el punto más cercano para derivación médica. Andrés Schaler, rescatista, enfatizó el riesgo de operar al límite del horario diurno: «Después de las 17:00, la búsqueda se vuelve inviable. Sin ese guante visible, no habríamos tenido referencia».

El operativo también dejó lecciones técnicas. Las víctimas, pese a su experiencia, carecían de ARVA -dispositivo que emite señales de radio-, lo que retrasaría cualquier búsqueda en condiciones menos favorables. Schaler señaló que la avalancha fue probablemente «triggered» (desencadenada) por el peso de los esquiadores en una placa inestable, un fenómeno común en laderas soleadas.

Con más de 15.000 horas de vuelo en rescates, Heli Ushuaia demostró nuevamente por qué es un eslabón clave en emergencias en la región patagónica. Sin embargo, Mella recordó que proyectos para una base permanente -presentados hace 15 años- siguen sin respuesta, pese a que reducirían tiempos de preparación. Mientras, la reciente apertura de su escuela de pilotos busca profesionalizar aún más el rubro.

Este rescate, el primero por avalancha de la temporada, subraya un principio técnico: la diferencia entre la tragedia y el éxito no es sólo valor, sino precisión milimétrica, equipamiento adecuado y la capacidad de improvisar bajo presión. Como resumió Lavado: «Fue un milagro, pero uno que se construye con entrenamiento».