Balance y horizontes del 34º Raid Náutico binacional

La emblemática travesía fueguina superó ampliamente su marca de participantes y reforzó los lazos transfronterizos, pese a la interrupción preventiva de su segunda etapa por condiciones climáticas adversas.

Con un notable récord de cuarenta y tres navegantes y más de treinta embarcaciones, el 34º Raid Náutico Binacional, organizado por el Club Náutico “Ioshlelk Oten” de Río Grande, marcó el pleno retorno de esta clásica cita chileno-argentina tras el paréntesis pandémico.

Los organizadores calificaron el resultado con un “sabor medio agridulce”, celebrando la masiva convocatoria y la recuperación de la ruta tradicional, pero debiendo suspender de manera preventiva el segundo tramo debido a fuertes vientos que comprometían la seguridad, tras una primera jornada extenuante de casi doce horas de remo.

Uno de los datos sobresalientes fue la participación, por primera vez, de un contingente de Ushuaia que superó en número a los remeros locales, sumándose además kayakistas de Buenos Aires, Rosario, Punta Arenas y Timaukel.

Para muchos fue un desafío distinto, fascinados por la exigencia de la travesía fluvial y el cruce binacional.

Esta integración se vio fortalecida con un significativo intercambio con la comunidad chilena, donde autoridades de Timaukel ofrecieron colaboración total y propusieron incluir una parada oficial en Pampa Guanaco para la próxima edición, gesto que podría consolidarse como parte estable del recorrido.

El éxito operativo contó con el apoyo fundamental de instituciones como el Municipio de Río Grande, Migraciones, Prefectura Naval, el Consulado de Chile y Manejo del Fuego, cuya asistencia fue descrita como “descomunal” y ágil, particularmente durante el proceso de suspensión.

De cara a la 35ª edición en 2026, el club evalúa ambiciosos proyectos: desde retomar la travesía completa desde Lago Blanco, en sus orígenes, hasta integrar nuevas rutas turístico-deportivas en coordinación con iniciativas binacionales como la Ruta del Fuego, lo que exigirá una cuidadosa dimensión logística dado el esfuerzo voluntario que demanda la organización.

Aunque el cierre formal fue anticipado, el balance global se juzga positivo. Las devoluciones entusiastas de los participantes alientan a seguir apostando por este evento que, más allá de los imprevistos climáticos, ha reafirmado su rol como pilar de la integración patagónica y deja abierto el camino para una travesía histórica el próximo año, con una red de cooperación que crece sin pausa.